Por: Eleonora Betancur González (directora ejecutiva, ACI Medellín)
El mundo sigue en deuda con las mujeres, es una afirmación que puede ser contrastada por los datos estadísticos desde múltiples variables, y como no podría ser muy diferente, la participación política a nivel nacional y local de las mujeres en el mundo no escapan a esta aseveración. Que paradiplomacia.org me invite a escribir esta columna significa que las cosas están cambiando, que la voz femenina se empieza a visibilizar en lo público y en el ámbito de las relaciones internacionales subnacionales dónde venimos aportando de manera significativa.
Sin duda, hay un paralelismo entre la lucha femenina y la lucha de las ciudades y territorios en el mundo por ganar reconocimiento y autonomía. Las dos, son asuntos que aún están por conquistarse plenamente. Es claro que, sin la voz de las mujeres en puestos importantes en la toma de decisiones en lo público, o la ausencia de ciudades que tengan mayores competencias, frente a la visión centralista del Estado; la geopolítica está dejando por fuera a más de la mitad de la población del planeta que es femenina, y una visión más plural representada en los centros urbanos donde se concentran más de la mitad del planeta y que para 2050 albergará a más del 70% de la población del globo.
La paradiplomacia o también llamada diplomacia paralela ejercida por las ciudades en el ámbito de las relaciones internacionales, en un contexto en que la inserción a la globalización no es patrimonio exclusivo de los estados nacionales, sino parte de un fenómeno aún más complejo e interdependiente a escala global, convierte a la paradiplomacia en una palanca que fortalece la pluralidad y la gobernanza multiactor más equilibrada en el territorio, ya que el relacionamiento con el mundo se hace en base a las necesidades y la visión de desarrollo que los gobiernos subnacionales queremos impulsar, y que en contra de lo que algunos puedan opinar, no socava al estado central, sino que lo complementa. Según el artículo “La descentralización como palanca de crecimiento económico” publicado en la web de Red 2030, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) de España, considera que la descentralización proveería a los estados de una dirección única y cohesionada de progreso. El texto resalta que la descentralización llevaría a las regiones a una convergencia económica con menos diferencias en los niveles de riqueza.
En el caso latinoamericano la capacidad del Estado de llegar a todos en el territorio es insuficiente, en particular en Colombia esta ausencia ha sido uno de los elementos que ha desatado innumerables conflictos y generado que otros actores al margen de la ley usurpen estas funciones. Incluso en este escenario tan complejo, el rol de los gobiernos locales, su fortaleza y competencias se hacen aún más necesarias para contrarrestar estos desbalances económicos y sociales en los Estados nación.
En países como los nuestros de América Latina, con tasas de desigualdad social exorbitantes, trabajar en lo público representa un reto mayor, pues como ya es bien conocido, los gobiernos locales son los que están más próximos a los ciudadanos y a sus problemas cotidianos. Trabajar en la primera línea en la administración pública con necesidades apremiantes es complejo, pero si además ese trabajo se hace en el ámbito de las relaciones internacionales de las entidades subnacionales donde la descentralización es un proceso aún en construcción, el reto es doble. Y si además de todo lo anterior se suma ser mujer en un cargo de poder relativo, el reto es el triple. Pero nadie dijo que sería fácil ganar o mantener ningún derecho. Esa ha sido nuestra historia, la de todos y en particular la de las mujeres.
• El mundo requiere incluir la mirada femenina Hoy tengo el privilegio de estar al frente de la ACI Medellín y de las relaciones internacionales de la ciudad, desde este lugar soy testigo de la relevancia y el poder de las alianzas con otras ciudades pares y con otros gobiernos para fortalecer las políticas públicas de la ciudad. En este sentido, la cooperación descentralizada para una ciudad como Medellín ha significado tener un relacionamiento directo con ciudades y territorios de los cuales hemos aprendido y hemos mostrado nuestras experiencias en la política pública, así como convertido en un actor estratégico del desarrollo local. Hemos hecho nuestra la frase de pensar global y actuar local. Más de 27 hermanamientos con ciudades del mundo y una participación estratégica en las redes de ciudades de las que hacemos parte como C40, Metrópolis, ICLEI, AL-LAs, entre otras así lo ratifican.
Pese al gran privilegio que significa poder estar en el cargo, y de constatar que se han dado pasos enormes en el movimiento municipalista y también en el del rol de las mujeres en el mismo; solo hay que darse cuenta de que CGLU “Gobiernos Locales Unidos del Mundo” la red de ciudades más grande del mundo con asiento en Naciones Unidas está dirigida hace unos años por una mujer. También Bogotá y Ciudad de México, o el triunfo de una mujer como vicepresidenta de los Estados Unidos, solo por dar algunos ejemplos son alentadores. Pero no se puede perder de vista que ninguna mujer es presidenta actualmente de algún país de América Latina, a pesar de algunas líderes que han existido en el pasado y han gobernado en países como Costa Rica, Argentina, Chile y Brasil.
En América latina y en Colombia la equidad de género en la política sigue pendiente. En las últimas elecciones regionales de 2019, solo 132 mujeres fueron electas alcaldesas de un total de 1.101 municipios. El Congreso de la República, lugar en el que se legisla y se toman las decisiones, sigue conformado por los hombres en gran medida. Un informe de ONU Mujeres en alianza con la Registraduría Nacional de las elecciones parlamentarias de 2018 demuestra que la representación de las mujeres en el Congreso es de 19,7%, mientras que el promedio en América es de 29,7% y en el mundo de 24%.
No creo que porque seamos mujeres debemos tener porcentaje de representación paritaria en los cargos del sector público, es porque llevamos años preparándonos y porque hemos demostrado tener las capacidades para dirigir cualquier organización. Según el Foro Económico Mundial, al ritmo actual, tardaremos un siglo en lograr fulminar la brecha de género global. Cien años en lograr que hombres y mujeres tengamos la misma participación política, acceso a la educación, la salud e igualdad económica y laboral.
No hay cabida para el desánimo, las ciudades como las mujeres, seguimos luchando por tener un lugar en el mundo donde nuestra voz sea escuchada y relevante, tenemos mucho que decir y somos protagonistas del cambio social. Sin nosotras el cambio no llegará, sin ciudades más humanas y pensadas para vivir y no para sobrevivir, tampoco podremos ganarles la batalla a los problemas más acuciosos de la mayoría de las ciudades en América latina. El futuro se vislumbra en femenino y nos necesita.
• Eleonora Betancur González
Socióloga de la Universidad de Salamanca, especialista en Buen Gobierno y Gestión Pública Territorial de la Universidad Pontificia Javeriana máster en Relaciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo. Se ha desempeñado como encargada de la Zona Andina para el proyecto URBAL III de la Comisión Europea, asesora en la construcción de la guía para la política pública de Internacionalización de los Gobiernos Locales para la Diputación de Barcelona; directora de Relaciones Internacionales y coordinadora general del Encuentro de las Américas Frente al Cambio Climático, ambos cargos para la Alcaldía Mayor de Bogotá.